Herramientas para vivir independientemente, capítulo 2
Escrito por Estefanía Vargas, de Hola Estef.
Es que siempre me rompen el corazón
Todos hemos estado ahí, en esa escena que transcurre más o menos así: nosotros, con el corazón en la mano, llorando con algún amigo del alma, preguntándonos qué pasó, qué está mal con nosotros, en qué fallamos; sintiendo que el mundo se nos vino encima porque, ni modo, pasó: nos terminaron.
En general, la sensación que experimentamos cuando nos terminan es de profunda desesperanza -que comúnmente acompañamos de pensamientos como “ya no hay nadie para mí, no soy suficiente, siempre me rompen el corazón, sólo a mí me pasan estas cosas, algo anda mal conmigo”. Tras de eso, solemos fortalecer esta desesperanza con la falsa creencia de que somos inadecuados y, para colmo de males, “lo seremos por siempre”.
Si lo vemos tratando de ser observadores más conscientes, nos ponemos a nosotros mismos en una posición de víctimas creyendo que nuestro destino ya está escrito, que el dolor va a durar para toda la vida y que esa situación se va a repetir una y otra vez, cuando la verdad es que podemos elegir (a través de práctica y entrenamiento espiritual, mental y emocional) cómo interpretamos lo que nos sucede para sacarle el máximo provecho hasta a las circunstancias más adversas -si no que lo diga, por ejemplo, Nelson Mandela. Como digo siempre: Dios no desperdicia nada.
Hay un concepto súper interesante que nos puede ayudar a entender este proceso de break-up, y se llama “Contracción del Ser”.
Si hay contracción, hay expansión, ¿no?
Cuando estamos en una relación de pareja (ojalá saludable) experimentamos una expansión de nuestro ser integral-holístico. O sea, una expansión de nuestra identidad que incluye a la otra persona, lo que hace que exista menos ‘yo’ y más ‘nosotros’. ¿Cómo? ¿Por qué? Pues bien: nos sentimos vivos, nutridos por todo lo nuevo que compartimos con nuestra pareja; también nos sentimos aceptados, deseados, amados; estamos aprendiendo con ella, y nuestras experiencias emocionales, mentales, espirituales y físicas están siendo estimuladas de formas nuevas. Estamos creciendo, y asimilamos toda esta novedad y bienestar como parte de nuestra identidad, de quiénes somos en relación con la persona que amamos.
Eso está bien. La expansión entre pareja es necesaria y valiosa, y se da cuando la energía de ambos crece y nos hace sentir bien; sin embargo, no debería nunca de sustituir a la expansión personal de cada miembro de la pareja. El problema es evidente cuando dejamos de lado quiénes somos como individuos, relegando el amor propio, el gozo de conocernos, de tener tiempo a solas, de estar en contacto con nuestros valores, talentos, pasiones, amigos, familia, sueños. Por esto, cuando volcamos toda nuestra energía a la expansión que se da como resultado de estar enamorados nuestro cerebro interpreta lo siguiente: “me siento así porque fulanita está aquí”. ¡¿Y cuando fulanita ya no está?!
Es así que, cuando sucede el rompimiento y la pareja ya no es parte de nuestra vida, interpretamos el evento como la pérdida de toda esa expansión, la pérdida de nosotros mismos, y sufrimos una crisis de identidad: la contracción del ser. Por eso es tan común escuchar cosas como “es que me perdí en ella, ya no me siento yo, siento que me hace falta una parte de mí, ya no sé bien quién soy, sin ella no soy nada, la necesito”.
Después de un rompimiento el duelo es real, y hay que vivirlo como tal. Esta contracción es dolorosa, sin lugar a dudas, pero ¿qué podemos hacer para pasar por este proceso de ruptura, duelo y contracción de forma más serena, saludable y constructiva?
Entonces, ¿qué hago si me terminaron?
Diay, aquí te van 5 consejos para avanzar en el proceso de volver a sentirte plenamente vos, soltando en paz a tu ex (o exes) y liberándote de dramas innecesarios.
1. Sentilo para sanarlo: Reconocé tus emociones, llorá, expresá, date permiso de ser humano, de ser vulnerable y de vivir este duelo. Sé un observador y aprendiz del dolor, pero no te sobre-identifiqués con el dolor. Recordá que vos no sos ese sufrimiento; vos sos vos, y tenés un vida que merece ser vivida. Mirá a ese dolor como una nube que pasa: la nube existe, pero no es estática, no te pertenece y se va a disipar eventualmente dejándote cielos abiertos.
2. Conectate con personas que te quieren: No tenés por qué pasar por esto solo. Conectate con gente que te recuerde que esto es sólo un pedacito de tu vida que te está haciendo aprender, madurar y conocerte. Rodeate de personas de confianza con quienes podás tener conversaciones profundas, vulnerables y significativas que te hagan crecer y te den nuevas perspectivas. Si sentís que no las tenés, buscalas. Te prometo que están más cerca de lo que pensás.
3. Entrenate en expandir tu propio ser: Retomá tu identidad y sentido de vida. Para eso, aquí te van tres ideas:
-Vos antes de la relación: Hacé un viaje retrospectivo a quién eras antes de que esta persona llegara a tu vida. ¿Qué hacías, qué leías, qué practicabas, con quiénes compartías, qué disfrutabas, cuál era tu propósito? Anotá estas cosas y después determiná cuáles aún son importantes en tu vida y te gustaría fortalecer o retomar.
-Vos después de la relación: Observá tu aquí y ahora. Tu ex ya no está, pero estás vos, y sos más que suficiente. Además, está todo lo que la relación y esta persona, como experiencias, te dejan de aprendizaje. ¿Qué enseñanzas vas a incorporar en tu vida e identidad para tu crecimiento y desarrollo personal?
-Auto-cuidate: Poné en práctica actividades que te conecten con tu identidad, con lo que te gusta, y con tu parte espiritual. Practicá un deporte, pasá tiempo en la naturaleza, hacé algo artístico, escribí, cociná, leé... MEDITÁ. Ya sabés: expandite como individuo.
4. Contá la historia de la ruptura de manera diferente: Mucho de cómo superamos un rompimiento depende de la forma en que contemos la historia. Cuando nuestras historias son hirientes hacia nosotros mismos ligamos el rechazo directamente con nuestra identidad. Esto lastima nuestro autoconcepto, haciendo que el dolor se prolongue mucho más. Por ejemplo: como no entendemos por qué se terminó, asumimos que algo debe estar mal con nosotros y que eso va a afectar nuestras futuras relaciones.
Sin embargo, cuando contamos la historia relacionando el rompimiento con circunstancias externas (y no con características internas de nuestra forma de ser) solemos sobrellevar el proceso de duelo y de reconstrucción de nosotros mismos de manera mucho más serena y fluida. Por ejemplo: comprendemos que la vida es cambiante, que se terminó porque estamos en momentos diferentes con prioridades distintas; asimilamos que la relación tenía como propósito formarnos para lo que vendrá y enseñarnos nuevas maneras asertivas de comunicarnos.
5. Hacé contacto con vos mismo, no con tu ex: Mensajes, Facebook, Instagram, preguntarle a la amiga del amigo que la conoce, ir al mismo lugar de siempre sólo para ver si la ves... Entrá en comunicación con vos mismo, soltá a tu ex, cada uno merece ser feliz como decida serlo. Enfocá tu energía en vos, ¡te merecés tu atención!
Un último adiós
Para despedirme, sólo quiero recordarte que sos el protagonista de tu vida, no una víctima de las circunstancias. Las rupturas duelen y toma tiempo sanar, pero es absolutamente posible hacerlo pacíficamente, un día a la vez. Dejame reafirmarte esto que ya tu corazón sabe pero que muchas veces olvidamos:
Sos más que suficiente, merecés un amor increíble ¡y lo vas a tener!, estás haciéndolo bien, te merecés lo mejor del mundo, sos grande.
¡Diay, ahí están mis consejos! Espero que este artículo te haya dado algo para pensar. Compartilo con alguien que lo necesite, y si querés ver más contenido conectemos por medio de Instagram y Facebook para seguir hablando de temas que se las traen.
- Estefanía Vargas, de Hola Estef.
Psicóloga y Coach de mujeres.
Email: coach.estef@gmail.com