¿Cuántas veces hemos tenido una situación difícil en nuestra vida donde poco a poco, sin darnos cuenta, empezamos a sentirnos “cómodos” en su presencia? ...es ese rincón oscuro en el cuarto, frío y alejado del mundo exterior, donde llegamos a sentir que nos podemos proteger de las cosas que nos quieren dañar. No salir de la seguridad que me da mi rincón se llega a convertir en lo que me impide ver las posibilidades que existen fuera de mi ventana.
Sentirnos identificados con una realidad negativa es una de las principales formas que en el ego logra controlar nuestras vidas. *Distorsiona todo lo que nos rodea, y tiene formas astutas de hacernos cavar un hoyo cada vez más profundo dónde escondernos, y de paso, dejarnos sin energía para salir.*
Pero la verdadera realidad es distinta. Las cosas (buenas o malas) que suceden en la vida son mucho menos importantes que la forma en que reaccionás ante ellas.
No podemos controlar las dificultades que la vida nos presenta, y mucho menos negarnos a aceptar su inevitable existencia. Lo que debemos tener muy presente, es que no somos nuestros problemas. No somos nuestros dolores o preocupaciones. No los hagamos parte de nuestra identidad, sino más bien veámoslos como lo que verdaderamente son: agentes externos a nosotros mismos. Temporales y pasajeros.
Tomá un respiro profundo, y fríamente, sin pensar en el pasado o el futuro, respondé en este preciso momento donde sea que estés, con los ojos cerrados, sintiendo tu respiración: ¿qué problema tengo en este instante? …es muy probable que nos veamos tentados en responder con alguna situación que venimos arrastrando… pero ese es el punto justamente. Esa es la realidad distorsionada que el ego quiere hacernos creer que somos en determinado momento. Ese es el hueco ilusorio que creó alimentándose de nuestra energía interna.
Si hacés este ejercicio a conciencia, y lográs tener breves momentos de presencia absoluta, donde te das cuenta que en este momento en realidad estás muy bien (mejor que bien, ¡estás vivo!) podrás encontrar la forma de quitarle poco a poco el control al ego. Te darás cuenta que en este momento, lo que sos, tu verdadera existencia, es suficiente.
No va a ser fácil. Estás batallando contra una vida entera de condicionamientos. Pero esos pocos segundos al principio, serán tu refugio. Y poco a poco, al igual que aprender a andar en bicicleta, se empezará a sentir cada vez más fácil volver a tu centro y encontrar el balance en los momentos difíciles.
La salud mental es de las cosas más importantes que debemos cuidar. Que no nos gane la vergüenza de aceptar que no siempre tenemos que estar felices. Esta lucha interna constante, es lo que nos hace humanos. Aprendamos a dominar el complejo baile de la vida.
Alberto Vega, Creador de contenido para Diay, es mi consejo.