Javier Camacho

APO-FU

Fotografías y texto cortesía de APO-FU.

Yo soy Javier Camacho Valerio, mi proyecto se llama APO-FU y significa “apoyando el futuro”.

Antes de APO-FU estaba en la U estudiando y al mismo tiempo breteaba de día en topografía y en las noches tomando fotos con Photobooth de Costa Rica. Con esos bretes pagué mis estudios en Género y Desarrollo en la UNA, de Ingeniería en Gestión Ambiental en la UTN pero más importante, el voluntariado donde comenzó mi proyecto.

Inicié haciendo un programa de 18 meses que se llama “Fighting with the poor”. Fueron 6 meses de preparación estudiando porqué el mundo está así, porqué hay gente que la sufre tanto: causas, nutrición, salud, varas prácticas para usar en las zonas rurales de África donde la vara es peluda, bien peluda. También vimos cómo bretear con grupos y cómo incluir a todo mundo en el desarrollo de proyectos. 

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Después de ahí me fui para Mozambique. Estuve 6 meses allá y es lo mejor que me ha pasado en la vida. Haber estado en África, al chile es un sentimiento que no se puede explicar, no sé cómo explicar lo feliz y cómodo que me siento ahí. Es increíble, la amabilidad de las personas, la inocencia de los chiquitos, como nos comparten todo, hasta lo que no tienen, ¡qué hijueputa!

Lo hacen a uno querer dar lo mejor, le nacen las varas, las ideas fluyen, uno quiere buscar la manera para darle a esa gente tan tuanis una manera para mejorar sus condiciones de vida. Mae, lo juro. Los últimos 6 meses los pasé de nuevo en Estados, breteando, puliendo ideas, presentando lo que hicimos en África en varios chantes. Viajamos un mes y medio por Estados presentando nuestras ideas.

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En Mozambique viajé a varios lados, repartiendo comida a zonas que al chile uno no cree que alguien pueda vivir ahí. Yo pensaba: “¿Mae, cómo hace esta gente si se enferma? ¿Qué hacen si ocupan llamar una ambulancia? ¿Cómo dan una dirección aquí en medio de la nada?” Tantas varas se me vinieron a la mente que no me dejaban en paz.

Un día llegué a una escuela que yo dije: “Ya está, hasta aquí, me quedo breteando aquí, esto no puede ser.” El lugar era en el culo del mundo, escondido, cuando digo escondido es al chile es escondido. Yo solo tenía que repartir comida, pero mae, esa escuela no me dejó dormir. Era una escuela de barro, con palos, sin techo, que cada vez que llovía, se empapaban, el barro escurría… Le parte el alma a uno.

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Yo pensé: “¿Qué ganas va a tener uno de estos chiquitos de venir a estudiar aquí? Esto no les incentiva. Mae, la casa en la que viven está en igual o peores condiciones que la escuela. Ocupan un lugar apto. Tienen la ilusión, las ganas, voluntad, todo para venir y aprender. Démosle un lugar tuanis, algo que se sientan felices, que les haga querer estar en la escuela y les ayude a olvidar un poco la situación que tienen en las casas. Que se preocupen solo por estudiar, nada más.”

Entonces me puse a pedir donaciones para mejorar los espacios de esa escuela, para a hacer un lugar confortable, que no se sienten en el barro, que tenga materiales, un play… ¡Y nos pusimos a bretear!

Mae, hice cotizaciones, investigué, busqué precios, mandé mensajes, di entrevistas… Un pichazo de varas para poder tener ese proyecto listo antes de que se acabara mi voluntariado,  pero los tiempos que planeaba casi nunca salían bien por muchas razones:
1-    No tenía transporte.
2-    No existe transporte público, ni siquiera hay uno que llegue cerca.
3-    Si llueve nadie entra ni sale, el barro hace imposible la entrada y a salida.

 
 

Aún así logramos construir la escuela en Mozambique, donde hoy 60 niños y niñas tienen mejores condiciones para estudiar. Después de terminar la escuela me la pasé pensando cómo hacer lo mismo en más lugares hasta que dije: “Mae, haga una ONG y se dedica a eso” y así nació APO-FU.

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APO-FU

APO-FU es una ONG que se dedica a crear espacios agradables y cómodos para comunidades que no tienen como hacerlo. En las escuelas hacemos proyectos de agricultura para que los chiquitos y las chiquitas tengan qué comer cada día, con hambre nadie aprende. También ponemos rótulos con información de cómo prevenir enfermedades y sobre los derechos de los niños, si tienen la información tienen más libertad.

Además APO-FU se adapta a las necesidades de cada comunidad. ¿Cómo? Vivimos con las comunidades y sentimos el ácido.

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Después de terminar la escuela de Mozambique intentamos hacer un segundo proyecto en Malawi, pero por varas del gobierno, corrupción y otras cosas raras que no nos cuadraron para nada. Así que decidimos comprar un terreno para hacer una escuela y desarrollar los proyectos que podamos ahí.

Vamos a tener oficinas de APO-FU en Malawi, huertas que benefician las comunidades y a un campo de refugiados donde viven 32.000 personas.

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El gobierno no deja que los refugiados hagan nada. No los deja salir a buscar un brete, hay quienes se montan su negocito en el campo, que hacen zapatos, hacen ropa, una sodita, está el carpintero, y varas así. El resto se queda en la choza esperando que la ONU les de la comida que reciben por mes, que no les alcanza ni para 20 días. Escuchamos del caso de una mujer que los últimos 7 días del mes toma agua hervida. Ese es el desayuno, almuerzo y cena para ella y sus 6 hijos.

Entonces, esa decisión de comprar el terreno fue un paso gigante. Allá conseguimos inscribir y quedar registrados como ONG y tenemos un equipo de 6 refugiados que ahora son APO-FU Malawi. Gente inteligente, especial, de confianza y con ganas de ayudar a cambiar la vida de otras personas. Es por medio de estas colaboraciones que conseguimos unificar refugiado y Malawianos. Hay mucha discriminación ahí, mucho prejuicio contra los refugiados, pero ahí están breteando juntos para salir adelante.

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Y ahorita estamos en eso, ya preparamos el terreno, fue buena breteada, lo dejamos listo para comenzar a construir las aulitas y tener la escuelita de APO-FU. Ahí vamos a tener también nuestras oficinas, huertas (para que tengan comida y por lo tanto salud). También vamos a tener una instalación para recibir refugiados y que los mismos refugiados ya viejos les den una guía de cómo acomodarse en los primeros meses de la vida ahí en el campo. Mae, es duro, no son condiciones para que una persona pueda vivir. Es tan fuerte que la gente palma.

Además planeamos tener una casa para recibir voluntariado. Queremos enseñar varas para que la gente pueda emprender para tener un ingreso. Queremos dar ese tipo de talleres también a los chiquitos y a sus familias.

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Y aquí estamos, metiéndole garra, queremos llegar a más comunidades, más países, incluidos Tiquicia, y creemos en la educación como la herramienta para mejorar la vida. Mae, esta gente merece mejores condiciones, tenemos que hacerlo. -Chas gracias.

 

Consejos de Javier

 
 

 

Maes, esto lo hacemos por medio de donaciones, cualquier cinco cuenta, ¡cualquieraaaa! Créanme. Somos gente trabajando junta, no solo por el beneficio de alguien más, pero maes, no saben lo que nos estamos ayudando a nosotros mismos.

Donaciones:
Banco Nacional.
200-01-040-028705-8
Cuenta cliente: 15104020010287053
Javier Camacho Valerio - Cédula: 4 0221 0095.
 apofuong@gmail.com

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