Oliver Skinner

Plivertees

Fotos por Plivertees.

Soy Oliver Skinner, y siempre digo que soy 100% costarricense, pero un punto importante de esta historia es que mi papá es argentino y toda mi familia paterna es de allá. Mi mamá es gringa, pero siempre ha vivido en Costa Rica, entonces eso me dio un background de decir que soy tico, pero también soy del mundo. Siempre he tenido esa aspiración de viajar y de llevar a Costa Rica abanderada en mi pecho y esa es una de las metas de Pivertees, dar a conocer a mi país a través de la marca.

Desde carajillo me acuerdo que íbamos mucho Argentina a visitar a mi familia y ahí estaban de moda las galerías, que es lo que ellos llaman a las tiendas subterráneas que generalmente son tiendas de tatuajes, piercings, música, t-shirts de bandas… El “underground”. Cada vez que íbamos me compraba un par de camisetas y eso era para mí lo más cool del mundo. Entonces, en mi poco conocimiento de carajillo me empecé a dar cuenta de cómo una camiseta me podía empoderar a sentirme diferente, como un rockstar.

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Para mí una camiseta es el medio más poderoso con el que yo puedo cambiar mi día. Con ella puedo cambiar la forma como la gente me percibe y también puedo relacionarme con cosas que quiero, como una banda, una frase, un lugar... Todos los elementos que usamos son de cultura popular, con el fin de que alguien las pueda leer y a partir de ahí iniciar una conversación. Al final del día el objetivo de este producto es romper el hielo, dar algo para hablar, para comenzar una amistad, un noviazgo… Para causar una interacción humana.

El nombre Plivertees viene de mi nombre Oliver, pero con “P” en lugar de “O”, más la palabra “tees” de “t-shirts”. Plivertees además me sonaba como libertad, liberty, y así es como se pronuncia la marca: liberty, Plivertees.

Plivertees nace en el 2004. Para un proyecto de mi carrera de diseño publicitario hablé de cómo yo pensaba que en Costa Rica no habían camisetas cool de la cultura tica. Entonces diseñé una línea de camisetas turísticas con el slogan “Not your average souvenir shirt”, o sea, camisetas con temas ticos pero desde un punto de vista más fresco y más atractivo para los que vivimos acá. En ese momento Ruta Urbana recién estaba comenzando, ellos apoyaron mi marca y desde entonces han sido de mis principales impulsadores y aliados estratégicos.

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Durante varios años seguí manteniendo Plivertees como un emprendimiento paralelo a mi trabajo. En el 2009 después de haber trabajado en tres agencias de publicidad, renuncié para seguir mi sueño. En las agencias que sentía que le ponían tope a mi creatividad. Era como “no se puede salir de aquí, no haga más de lo que se le pida” y eso era lo que más me frustraba. Así que en el 2009 aproveché mi último trabajo y me dije “me lanzo o me lanzo” y ese mismo año estaba vendiendo mis camisetas en el mercadito navideño del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo. El año que siguió fue un Festival Internacional de las Artes y no sé por qué me preparé tan bien que logré tener mi primer venta millonaria en un día y dije “me voy en estas de por vida” y ahí le metí toda la fuerza.

Eso fue en el 2010, y desde ese momento han pasado montones de cosas, buenas y malas. Yo siento que lo que hace un emprendedor es saberse levantar de todas las cosas. Que te acusaron de tal cosa, te quisieron copiar, te quisieron barrer el piso, te robaron la mercancía y perdiste un montón de plata, una tienda te dio en consignación y te fallaron… Al empezar un negocio hay que saber que van a venir adversidades de todo tipo y la curva aprendizaje nunca cesa de existir.

Cuando comencé mi negocio, Eliseo Carballo de Transfermanía me dijo uno de los mejores consejos que me han dado. Yo llegué a mis 22 años diciendo: “Mae, yo quiero hacer las mejores camisas del mundo. Que la impresión sea así. Que la tela sea así, de esta calidad. Que se cosa de esta manera y yo quiero hacer todos los diseños”. Eliseo me dijo: “Mae, sos un carajillo lleno de energía. Enfocate en lo que te gusta, que es el concepto y el diseño. Buscate una camisa ya confeccionada y nosotros te la imprimimos”. O sea, aprendí a delegar y me concentré en el diseño.

En el camino dije: yo no puedo hacer camisas y vivir de esto si yo no sé cómo se hacen. Entonces me metí en el INA para entender bien los procesos, contratar a personas que pueda asegurarme de su buena calidad y así generar empleo en base a todo lo que es comercio justo. Y así comencé trabajando con la costurera que hasta la fecha trabajo, doña Carmen. Ella es una pulseadora. Tiene cinco hijos, uno en silla de ruedas y viene todos los días desde San Isidro Heredia hasta San José para que él pueda recibir su terapia y aún así me trabaja a mí y a cuatro personas más. Ella ha sido como un ángel para mí y la veo como mi familia.

 

La historia de Radar

Entre el 24 y 25 de diciembre del 2015 Radar se escapó de mi casa en el centro de San José. Yo andaba pasando la navidad con mis papás en Alajuela y cuando regresé solo estaba Hutch (mi otro perro) sentado en la entrada, y yo de inmediato supe que Radar no estaba. Como había pólvora ella se había asustado y se salió de la casa. Así que empecé mi búsqueda de Radar hasta el punto en que se volvió un movimiento grandísimo. Hicimos afiches, tarjetas, campañas en las redes y recorrimos todo San José buscándola de arriba a abajo. Comenzamos todo un movimiento y le pusimos “Operación Radar”.

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Hubo demasiada gente comprometida con la causa e incluso hice un sistema de embajadores donde cada uno se encargaba de recorrer una zona de San José buscándola. Venían familias enteras a mi casa a ver cómo podían ayudar, me mandaban fotos de los perros, de los lugares donde pegaban los afiches. Gente a la que de verdad aprecio mucho y les doy mis más sinceras gracias.

En el camino aparecieron cerca de 90 “Radares”. Alguna gente decía que la habían visto por un lado, otros que la tenía el vecino, después empezaron a aparecer gente pidiendo recompensa, extorciones, hasta perritos muertos que parecían ser Radar… Pero siempre algo me decía Radar sigue viva.

Así pasó un mes y 17 días hasta que me llegó una llamada súper extraña de una vecina sapeando a la otra. Esto era en Los Guido de Desamparados. En ese momento yo no tenía carro, así que Karla, una amiga taxista, me estuvo movilizando para poder llevar la búsqueda. Ella fue a ver ese perrito y se dio cuenta de que no era Radar, pero aprovechó y pegó afiches por toda la zona. A los dos días me llamó alguien de la zona diciendo que tenía a Radar.

Un señor se la había encontrado en Navidad en la Avenida Central y se la había regalado a la esposa. Ella misma me llamó para devolverla, le dimos 70 mil de recompensa y Radar volvió a mi con una suetercita que le habían hecho. El peor crimen que habían hecho era cuidarla. Hicimos la publicación de que Radar estaba de vuelta y durante todo ese tiempo recibí más de 500 mensajes de personas apoyando la causa, contándonos sus historias con sus mascotas y felicitándonos por haberla encontrado. Ahora es increíble ver como la gente reconoce a Radar en la calle, ella es toda una rockstar.

La tienda Plivertees en Barrio Amón

Otro punto de inflexión fue haber vivido en el centro de San José y ser parte de esta comunidad. Yo vivía cerca del Parque España y en mi casa también estaba la tienda de Plivertees. Ahora vivo en Rohrmoser y ahí está la nueva sede de Plivertees.

Mientras vivía en Amón se me metieron a robar y se llevaron mi cámara y mi computadora, o sea quedé con las manos amarradas para trabajar porque soy fotógrafo y diseñador. A los tres días se volvieron a meter y fue un punto en el que imagínate que se te metan a robar 2 veces en una semana y que te quiten todo. Yo estaba enojado, frustrado, triste y obviamente el consejo de todos fue irme de esta casa. Pero mi respuesta fue “Mae no, yo puedo ve todo lo positivo que me va a traer esto. Esto es solo una piedra en el camino. No puedo sesgarme a que esta experiencia me quite toda la visión que tengo de ser parte del barrio y hacer cambios en San José”.

En ese momento me sentía súper vulnerable y mi reacción fue juntar a la comunidad y buscar la humildad para decirle a mis vecinos “necesito levantarme y solo no puedo.” Todos se pusieron la camiseta y entre todos formamos un movimiento grande. Esa época coincidió con 100 en un día, la actividad que se trató de 100 intervenciones a lo largo de todo San José, así que en la esquina de mi casa montamos un concierto con Zopilot! y Franco. Vino Dino Real con su army y empezamos a pintar la fachada junto con mis vecinos hasta convertirla en el spot que es hoy en día.

Fue un momento de “never give up” donde aprendí que por más duro que se vea una situación, por más que uno crea que el sol no va a salir y por más que uno piense que le pasó lo peor que le podía pasar siempre se puede surgir. Eso me llevó a decir “nunca me voy a rendir, cualquier cosa que me pase puedo sobrellevarla”.

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En los 12 años que llevo con mis camisetas, sigo despidiéndome de cada una de ellas antes de darla a sus nuevos dueños, porque cada una es como mi bebé. Cada camiseta ha visto mi esfuerzo y siento como que una parte mía está en ellas. Me impresiona como cada camisa va a ir a otra casa, a tener una vida y a darle memorias a más personas. Ojalá que todos relacionen buenos momentos con la camiseta que andan puesta y ojalá que sea una Plivertees.

Consejos de Pliver

 
 

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Tiendas físicas:

Plivertees Garage (Rorhmoser) - Distrito Carmen – Ruta Urbana – Tienda Espacio – Mercado Escalante